Durante años nos han repetido la misma idea una y otra vez: “lo importante es que haya amor”, “mientras haya sentimiento, todo se puede”, “si te quiere, da igual lo demás”. Sin embargo, esta creencia tan extendida es una de las mayores fuentes de relaciones tóxicas, dependencia emocional, sufrimiento afectivo y rupturas dolorosas.

Hoy quiero explicarte una idea clave desde la psicología de las relaciones:

el sentimiento es la consecuencia de una relación, pero no debe ser el motivo para iniciarla ni para mantenerla.

Puede sonar contradictorio, pero es exactamente al revés de lo que solemos pensar.


Por qué empezamos realmente una relación

Cuando conoces a alguien nuevo y empiezas a sentir atracción, no lo haces porque quieras a esa persona. No puedes querer a alguien que aún no conoces. Lo que ocurre en ese primer momento es otra cosa muy distinta: te atrae un conjunto de características.

A ese conjunto de elementos lo vamos a llamar Elemento A.

El Elemento A está formado por aspectos como:

Es decir, empiezas con alguien por lo que ves, por cómo se comporta, por cómo te trata y por lo que representa para ti en ese momento. Eso es el Elemento A. No es amor, no es apego, no es querer: es atracción basada en cualidades observables.


El sentimiento aparece después: el Elemento B

Con el paso del tiempo, si ese Elemento A se mantiene de forma estable, entonces ocurre algo natural: aparece el sentimiento. A eso lo llamamos Elemento B.

El Elemento B es:

Es decir, el sentimiento no nace solo, nace como consecuencia de una experiencia prolongada de relación basada en el Elemento A.

Primero está el comportamiento.

Luego aparece el vínculo.

Nunca al revés.


Qué ocurre cuando desaparece el Elemento A

Imagina ahora que pasa el tiempo y esa persona que conociste cambia profundamente:

Es decir: el Elemento A ha desaparecido.

Y entonces surge la gran pregunta que destruye a miles de personas por dentro:

“Pero yo lo quiero… ¿me tengo que ir?”

Aquí aparece el gran ERROR psicológico: creer que el Elemento B (el sentimiento) debe sostener una relación en la que el Elemento A ya no existe.

Y la respuesta es clara desde la psicología:

No tiene sentido mantener una relación SOLO por el sentimiento cuando han desaparecido los motivos reales por los que empezaste.

Porque tú no empezaste por el amor. Empezaste por el Elemento A. El amor vino después como consecuencia. Y cuando el Elemento A desaparece de forma mantenida en el tiempo, el sentimiento por sí solo no puede sostener nada sano.

De hecho, aunque al principio el sentimiento permanezca, con el tiempo también acaba apagándose, porque el sistema emocional no puede sobrevivir de forma estable al maltrato, al desprecio, a la inseguridad y a la incoherencia.


El gran autoengaño: empezar por el sentimiento sin Elemento A

Existe una situación todavía más peligrosa y es cada vez más frecuente en consulta: personas que se enamoran sin que exista un verdadero Elemento A sólido.

Es decir:

En estos casos, el Elemento A es muy pobre, muy débil o casi inexistente, pero aun así se genera un fuerte Elemento B: un enamoramiento intenso.

Esto no es amor. Esto es dependencia emocional.


Por qué ocurre esto: autoestima, carencias y apego

Cuando una persona tiene una autoestima baja, una identidad poco construida o una historia previa de carencias afectivas, ocurre algo muy peligroso:

Un Elemento A mínimo es suficiente para provocar un Elemento B desproporcionado por esa carencia afectiva que tienes. Puedes sentir mucho en comparación a cómo te sientes contigo mismo. Y eso, por esa deficiencia, hará que te aferres a una relación carente o pobre de elemento A.

Es decir, con que alguien:

Ya es suficiente para que se active un vínculo emocional muy intenso.

Y entonces la persona cree que lo importante es lo que siente, cuando en realidad lo que siente está construido sobre una base muy débil.

Aquí aparece la trampa psicológica:

“Me quiere poco, pero yo lo quiero mucho”.

No. Tú estás enganchado emocionalmente porque no has aprendido a elegir desde la salud, sino desde la carencia Y LA NECESIDAD


El error que sostiene la mayoría de relaciones tóxicas

Muchas relaciones dañinas se mantienen vivas solo por una idea:

“Es que yo lo quiero”.

Pero la psicología es muy clara en esto:

El sentimiento no puede ser el criterio principal para tomar decisiones vitales.

Lo que debe guiar una relación son:

Eso es el Elemento A.

El amor aparece después, si todo eso se mantiene.


Cuando confundes amor con necesidad emocional

En consulta veo a diario a personas que dicen amar profundamente a alguien que:

Y cuando analizamos su historia, siempre aparece lo mismo:

no es amor, es necesidad emocional, miedo a la soledad, apego ansioso, miedo al abandono y baja autoestima.

No se quedan porque la relación sea buena.

Se quedan porque no se sienten capaces de estar solos.


El sentimiento no define una relación sana

Una relación sana no se define por lo que sientes, sino por cómo te sientes dentro de ella:

El amor sano suma.

El amor dependiente engancha.


Conclusión: primero conducta, luego vínculo

La idea central es muy simple, pero profundamente transformadora:

Primero está el Elemento A: cómo es esa persona, cómo se comporta, cómo te trata, qué valores tiene, qué tipo de vida construye.

Después aparece el Elemento B: el sentimiento, el apego, el amor.

Nunca al revés.

Cuando se invierte este orden, aparecen la dependencia emocional, las relaciones de sufrimiento, el apego tóxico y el miedo a soltar.


Y ahora la pregunta clave para ti

Si estás en una relación, pregúntate con total honestidad:

Si la respuesta es no, pero sigues ahí “porque la quieres”, entonces no estás eligiendo desde la salud, sino desde la carencia.


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